
JUNIO

aNUNCIOS
02. Reunión de Oración por nuestro país / 20hs
05. Santa Cena
10. Reunión Presencia Ministerio Femenino / 17hs
18. Confraternidad de Jóvenes / 20hs / Invitados:
Jóvenes Mi Fortaleza (Cerro)
Templo Emanuel ( La Teja)
19. Día de los abuelos
24. Reunión Presencial Ministerio Femenino/ 17 hs
03 de Julio Visita de los Misioneros Dos Santos
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HORARIOS
Jueves 20 hrs - Reunión de oración
Sábados 17 hrs - Adolescentes
Sábados 20 hrs - Jóvenes
Domingos 10 hrs - Reunión General
LEZICA
Domingos 17 hrs - Reunión General
Domingos 15hs - Escuela Biblica
Programas Radiales
Lunes 18hrs - Lidera 21
20hrs - Los sospechosos de siempre
Martes 20hrs - Momentos de Reflexión
Miércoles 18hs - Con Nosotros
Jueves 18hrs - Meditando en Dios
Sábados 16 hrs - Radio Heaven
17hrs - Alerta Ultimos Tiempos
18:30hrs - Nehemias
Reflexión
Dios es más grande que nuestra tristeza
En 1 de Samuel encontramos una familia muy particular: Elcana y sus esposas, Ana y Penina. Estas mujeres compartían esposo y un hogar, pero con una diferencia: Penina tenía hijos y se sentía muy agraciada por ello, sin embargo, Ana no los tenía, a pesar de desearlo fervientemente.
Esto angustiaba a Ana ya que antiguamente se creía que las mujeres que no podían concebir hijos no contaban con la bendición de Dios, se ponía en duda su valor. Además, Penina molestaba a Ana, recordándole muy seguido que ella sí tenía lo que Ana deseaba.
A pesar de todo esto, la biblia dice que Elcana amaba mucho a Ana, pero esto, no era suficiente para ella, anhelaba un hijo más que nada; un día sube al templo a orar y pide a Dios ese hijo que tanto deseaba. Quiero detenerme en cómo se presenta Ana delante de Dios (1 Samuel 1: 12-16), dice que tal era la tristeza y angustia de Ana que ni siquiera salían palabras de su boca, solamente se movían sus labios. Luego de un primer malentendido, Elí entiende la situación de Ana y le dice lo siguiente: “¡ve en paz! Que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido”. A partir de ese momento no estuvo más triste y si seguimos leyendo Dios sabremos que Dios le responde dándole a Samuel.
La historia de Ana me llena de esperanza al pensar:
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La tristeza es parte de nuestra vida, no sintamos vergüenza por transitarla.
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No dura para siempre, podemos pedir ayuda a Dios y él obrará.
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No dejamos de ser amados por Dios por experimentar tristeza, angustia o desazón.
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Es posible sentir el abrazo de nuestro Padre y ser totalmente libres y transformados en su presencia.
“Has cambiado mi lamento en baile; Desataste mi cilicio, y me ceñiste de alegría. Por tanto, a ti cantaré, gloria mía, y no estaré callado. Jehová Dios mío, te alabaré para siempre.” Salmo 30: 11-12
Nataly Silva